lunes, 1 de octubre de 2007

EL DOMINGO HA DE SER RADICAL


No sé cómo se hace la medición de la calidad de vida en las ciudades, pero una de las variantes que yo introduciría sería un sondeo de las posibilidades que tu localidad te ofrece en un domingo. Más allá de la misa de doce y el fútbol vespertino -clásicos populares para sectores definidos de la población- el domingo es un espacio vacío a rellenar tras el sprint alocado del fin de semana -aunque la actividad sea sólo mental, se depositan siempre expectativas- y en ocasiones el reinicio laboral del día siguiente es incluso más apetecible que esa espera en duermevela, sofocante. El domingo es la muerte, el final, y por eso está también relacionado con el sexo -lo percibo en mi barrio, las tardes dominicales son de ajetreo, aquí se rinde culto a Bataille-.

A mí me encanta el domingo, porque siempre me parece un riesgo, y desde cierto punto de vista lo que hagas ese día es más elegante y placentero, se saborea mejor y contrasta con la ordinariez de un viernes noche, por ejemplo, o con la cegadora plenitud sabatina. Pero para que esos planes dominicales lleguen a buen puerto se precisa la complicidad de la ciudad. Y en eso Madrid es un tesoro.
((Los cuadros son de la argentina Liliana Desrets, el primero -Domingo por la tarde-, y del norteamericano Thomas Kelly, -Palm Sunday in the platform bed-, el segundo. Los dos son de mi quinta. Casualidades)).

Pero de lo que yo quiero hablar hoy es de Radio Clásica -anteriormente Radio 2, de RNE-. Y es que ya sabéis que aquí somos muy de Radio 3, pero también de Radio 2; tanto es así que de un tiempo a esta parte casi son las únicas emisoras que escuchamos -a veces también Radio 1, o Radio Círculo-, y JA milita en esta opción estética y radiofónica con más furor y convencimiento aún que yo. Por mi parte, desde que no oigo las zarandajas de las emisoras convencionales mi calidad de vida -volvemos al asunto del principio- ha aumentado varios enteros.
Y ayer domingo, que estuve mucho tiempo solo en casa, volví a oír el programa de José Luis Pérez de Arteaga -JA siempre dice que es el hombre más culto de España- y por la noche el doblete de Pepe Hijes, con Ars sonora y Música viva.

Francamente, no creo que exista en los medios de comunicación españoles opción más radical para un domingo que estos programas que son los únicos en donde tiene cabida la experimentación audaz a cargo de los músicos clásicos de hoy.
Yo no soy un entendido en la materia -JA sí lo es algo, y de hecho por su iniciativa hemos ido un par de veces al Festival de Música Contemporánea de Alicante, cuya XXIII edición ha tenido estos días lugar- pero me da la impresión de que en el campo de la electroacústica hay un terreno fronterizo con la música electrónica que tiene cabida, por ejemplo, en el Sónar.

Y esa música tan desconocida en nuestro país que al fin y al cabo es el equivalente actual a las corrientes que en su tiempo representaron Bach o Mozart o Stravinsky o Schönberg es apasionante, y ayer tuve otra muestra de ello al escuchar las grabaciones y la entrevista que se realizó a Mercè Capdevila, una compositora barcelonesa que estrenaba una obra escrita, creí entender, para la radio, Música en Bruto, que me estremeció y salpicó de resonancias muy especiales mi domingo, un domingo dodecafónico, atonal, deconstruido, posmoderno. Y esta autora tan interesante me sedujo, además, en su manera de hablar, en su discurso, ya que comentó por ejemplo que, hablara la lengua que hablara -catalán, castellano, francés, inglés- siempre pensaban que era extranjera, como si esa versatilidad lingüística tuviera el contrapeso de no expresarse con resolución en ningún idioma: pero eso en sí es muy atractivo, es como si Mercè buscara a través de los sonidos de su obra expresar lo que no alcanza a decir cuando habla. Y que esa conversación así fluyera libremente, entre fragmento y fragmento de su última composición, fue un milagro más de los que sólo cabe esperar que ocurran en la anochecida incierta de un domingo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Curioso, estoy preparando una entrada sobre las fotos que hice el domingo pasado y me encuentro que me lo defines tan bien... Estoy de acuerdo. A mí me encantan los domingos, no entiendo a la gente que se deprime en un día de tanta libertad. Málaga es una ciudad que también se deja follar en domingo, y se te ofrece ligera y receptiva. Ahora, eso sí, te lo tienes que currar tú.
En cuanto al sexo dominguero, también he sentido esa sensación, aunque no precisamente en mi barrio...
He vuelto. besinos

Justo dijo...

Es verdad, hay que currarse los domingos. Manuel, somos unos domingueros.
Me alegra un montón que hayas vuelto, nos tenías muy abandonados. Y claro que he visto ya tu entrada lunática y malagueña, con Jesús y el telescopio: es muy bella.

marichuy dijo...

Justo

Cuánta razón tienes: la medición de calidad de vida en las ciudades, debería incluir las ofertas de esparcimiento dominical. Pero no me parece que sea así. Acá en la Cd. de México, los restaurantes y bares cierran temprano. Solo nos quedan los cines, pero eso no es ninguna gracia

Pero por lo que veo, tu vives en un barrio envidiable; no en cualquiera se rinde culto a Georges Bataille.

Muy buen post

Un beso